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A mediados de marzo, Reebok organizó su cumbre anual de la marca para unos 500 socios comerciales en el Artists for Humanity EpiCenter, un espacio para eventos de Boston donde Todd Krinsky, el director ejecutivo de la empresa, reveló un secreto.
Krinsky le dijo a su audiencia que Shaquille O’Neal, el nuevo presidente de la división de baloncesto de Reebok, la cual pronto iba a resucitar, había querido asistir. Pero, en vez de ir en persona, había enviado un mensaje de video pregrabado.
Y ahí, en una gran pantalla, apareció la inconfundible presencia de O’Neal, con sus 2,15 metros de altura, apoltronado en la cama de su casa en Atlanta. O’Neal señaló que se sentía terrible por haberse perdido el evento y ofreció disculpas.
No obstante, en cuanto terminó el video, O’Neal apareció en persona pavoneándose por el escenario. Saludó al público y pronto se unió a Krinsky para una sesión de preguntas y respuestas que el director ejecutivo pensó que sería ligera y relajada. Sin embargo, como de costumbre, O’Neal tenía otros planes.
Krinsky acababa de formular su segunda pregunta —una pregunta fácil sobre algo así como cuál de los cuatro campeonatos de la NBA de O’Neal era su favorito— cuando el deportista pronunció un discurso improvisado que Krinsky recordó como parte sermón, parte discurso motivacional.
“Miren, estamos volviendo al baloncesto”, comentó O’Neal. “Y quiero que todo el mundo entienda que no hay excusas. Todo el mundo debe comprometerse por completo en esto, porque yo lo estoy”.
Luego redobló su compromiso personal: “No hago esto porque sea un pasatiempo. Lo hago porque tenemos un lugar merecido en el baloncesto”.
En su reingreso al mundo hipercompetitivo del calzado de baloncesto, la apuesta de Reebok hacia el futuro es una figura mítica de su pasado. O’Neal afirmó que estaba consciente de lo que había en juego.
“Si esto no funciona, todo el mundo se va”, comentó O’Neal. “Todo el mundo se va, incluido yo”.
Reebok era conocida por su calzado y ropa deportivos hasta 1989, cuando ingresó al mundo del baloncesto con el lanzamiento de los Reebok Pump, unos tenis con un dispositivo que se inflaba y ajustaba al pie. Los Pump eran atrevidos, innovadores e increíblemente pesados. Además, tenían un costo prohibitivo… y mucho éxito.
Como era de esperarse, en 1992, Reebok quería consolidar su nueva posición en el mercado fichando a la mayor estrella del baloncesto universitario de ese año: Shaquille O’Neal.
Reebok celebró su nuevo acuerdo de patrocinio con O’Neal en los terrenos de su campus de Boston. Se levantó una enorme carpa y los empleados de Reebok llevaban camisetas que decían “Amamos a Shaq”. Krinsky, quien en ese entonces tenía 22 años y trabajaba en una bodega de la empresa, no estuvo en la lista de invitados. Sin embargo, relató que estuvo decidido a colarse e incluso consiguió acercarse a O’Neal.
Según Krinsky, le dijo: “Oye, algún día vamos a trabajar juntos”.
“Seguro”, le respondió O’Neal.
Luego, la plantilla de Reebok en la NBA se expandió para incluir a otras estrellas, hasta alcanzar su punto máximo con Allen Iverson, quien firmó un contrato de patrocinio por 50 millones de dólares después de que los 76ers de Filadelfia lo convirtieron en la primera selección del draft de la liga en 1996.
El resultado fue que Reebok tuvo un “negocio muy vibrante en el baloncesto” en las décadas de 1990 y 2000, comentó Krinsky, con una participación de mercado del 14 por ciento. No obstante, tras adquirir Reebok en 2005, Adidas le restó importancia al compromiso de la marca con el baloncesto. “Adidas gestionó muy mal la marca”, opinó Matt Powell, analista de la industria del calzado.
Krinsky, quien ha pasado toda su vida en Reebok, desde la bodega hasta la sala de clasificación de correos y varios puestos directivos, recordó ese periodo como “una época muy difícil para muchos de nosotros”.
Mientras el negocio de Reebok seguía hundiéndose con Adidas, O’Neal se mantenía en contacto con Krinsky, quien recordó la esencia general de los mensajes de texto de O’Neal: “¿Adidas ya quiere vender?”.
En 2015, O’Neal se convirtió en socio estratégico de Authentic Brands Group, una empresa de gestión de marcas y licencias, lo cual le brindó la oportunidad de presionar a Jamie Salter, director ejecutivo de Authentic Brands, para que comprara Reebok. “Siempre estaba acosando a Jamie”, comentó Krinsky.
Funcionó. Authentic Brands adquirió Reebok en 2021 por unos 2500 millones de dólares. Y aunque el núcleo del negocio de Reebok se ha mantenido en su colección Classics, la cual se inspira en sus productos de antaño, y también en calzado y ropa de entrenamiento, la empresa quiere expandirse a los deportes. El baloncesto está en el centro de esa misión, afirmó Nick Woodhouse, presidente de Authentic Brands.
“La respuesta rotunda de nuestros socios internacionales es: ‘Nuestro compromiso con el baloncesto es total y esperamos con ansias que firmen jugadores de la NBA’”, comentó Woodhouse.
Cuando Reebok decidió volver al baloncesto de manera formal, Krinsky llamó a O’Neal para intercambiar ideas. También quería evaluar el nivel de compromiso de O’Neal. Krinsky pensó que habían tenido una conversación productiva. Y luego O’Neal volvió a llamarle.
“Quiero ser presidente”, le dijo O’Neal.
“¿De qué?”, le preguntó Krinsky.
Mientras escuchaba la propuesta de O’Neal —en esencia: Ponme a cargo de la división de baloncesto— Krinsky se enamoró de la idea. Sabía que O’Neal se volcaría de lleno en el puesto.
“No es una maniobra de relaciones públicas”, comentó Krinsky. “Está muy comprometido con esto”.
Iverson, quien ha conservado su prestigio en el mundo del baloncesto después de varios años de haberse retirado, pronto se sumó como vicepresidente.
Durante el fin de semana del Juego de las Estrellas de la NBA, en febrero, mientras O’Neal y Iverson se paseaban con chaquetas universitarias Reebok personalizadas con sus respectivos cargos, Reebok dio a conocer una colaboración con temática de la NBA con Victor Solomon, el artista de Los Ángeles. (Las chaquetas fueron idea de O’Neal).
No obstante, los jugadores estrella siguen siendo una pieza invaluable del rompecabezas, así que, en octubre, Reebok realizó una primera maniobra, un tanto sorpresiva, al asociarse con Angel Reese, una de las jugadoras jóvenes más populares del baloncesto femenino. Reese, quien fue elegida como una de las mejores jugadoras en el baloncesto universitario de Estados Unidos mientras estudiaba en la Universidad Estatal de Luisiana, acaba de sumarse a las filas del equipo Chicago Sky de la WNBA, en la primera ronda de selección.
Con el Sky, Reese ha lucido una paleta de colores especial (rosa y blanco) del Reebok Solution Low, un modelo retro de la línea de zapatos de Iverson.
Varios jugadores, entre ellos Reese, están probando prototipos de los nuevos zapatos de Reebok. Según Krinsky, el proceso comenzó hace casi un año, cuando Reebok incorporó a diseñadores de otras áreas de la empresa apasionados por el baloncesto, entre ellos: Jide Osifeso, quien ayuda a O’Neal a supervisar la división de baloncesto.
Krinsky se rehusó a dar cifras económicas. “Puedo decirte que estamos lanzando propuestas y compitiendo por fichar a algunos de los mejores jugadores del mundo”, afirmó.
O’Neal sabe que Reebok también necesita sacar un producto que “cause revuelo”. Quiere un producto de alto rendimiento con “mucho estilo e innovación”. Quiere “diseños divertidos y frescos”. Y, por supuesto, quiere triunfar.
“Es personal”, comentó Krinsky, “porque ahora su nombre está en juego”.
Callie Holtermann colaboró con reportería.
Scott Cacciola escribe artículos y perfiles de personajes del mundo del deporte y el espectáculo para la sección Styles del Times. Más de Scott Cacciola