Pero la forma en que te vistes es una declaración de quién eres y cómo quieres que te perciban. Y eso cambia a medida que vamos creciendo, incluso más, a veces, que nuestros cuerpos o tallas de vestido (aunque esos, por supuesto, también cambian).
En lo personal, siento que me ha costado ganar mis años, y la experiencia vale la pena llevarla puesta. Lo que significa que me he despedido de la ropa que por lo general asocio con mi juventud: dobladillos por encima de las rodillas (especialmente en faldas del estilo que llevan patinadoras y porristas), tops que enseñan mi ombligo, volantes, vestidos lenceros. Cualquier cosa, en realidad, que me lleve a deslizarme por un agujero espacio-temporal hacia una era en la que era una persona mucho menos formada, o a una época que ya viví. Eso tiene tanto que ver con las asociaciones personales como con los años reales.
Es como el problema que surge en la reunión familiar cuando, rodeada de hermanos y parientes mayores, caes en el papel que desempeñaste a los 12 años. Usar ropa de un período anterior, incluso si la moda ha decidido que es hora de que una nueva generación la descubra, tiende a tener el mismo efecto. (Esa podría ser una regla a considerar: si lo usaste la primera vez que fue tendencia, es posible que quieras evitarlo la segunda vez).
Es por eso, creo, que ahora me inclino hacia las faldas largas, aquellas que caen entre la pantorrilla y el tobillo, y los pantalones más anchos, ambos me dan una sensación de fluidez al caminar. También hacia las mangas de tres cuartos o largas. Y llevar las prendas fajadas. Sentirme más cubierta me parece más práctico y elegante, y ambas palabras (junto con el corolario “arreglado”) sugieren valores que he llegado a apreciar. Cosa que no me sucede con los zapatos de tacón bajo tipo kitten heel y los zuecos, en gran parte por sus nombres.
Pero esa soy yo ¡Ese es el punto!
Cuando pienso en mujeres de cierta edad cuyo estilo admiro, pienso en aquellas que parecen saber quiénes son y se sienten cómodas comunicándolo al mundo: Sigourney Weaver, Isabelle Huppert, Michelle Yeoh, Angela Bassett, Lauren Hutton, Michèle Lamy (la muy gótica esposa y musa de Rick Owens). Eso significa tomar tus propias decisiones sobre qué te hace sentir bien, incluidos los pantalones anchos. Que es, en realidad, la forma definitiva de vestirse como adulto.
