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Me encantan las faldas cortas. Siendo una mujer profesionista que está en forma, ¿qué tan cortas las puedo usar? Me siento cómoda con unos cinco, tal vez siete centímetros por encima de la rodilla, pero temo con el paso de los años comenzar a vestirme “demasiado joven”. ¿Cómo sabré cuándo me he pasado de la raya? – Ann, Portsmouth, New Hampshire
Incluso antes de que Ally McBeal, en la comedia homónima de los años 90, detonara una tendencia en torno a debatir si es correcto o no usar faldas increíblemente cortas como las que llevaba a su bufete de abogados, y antes de que Mary Quant revolucionara el mundo de la moda con la minifalda en los años 60, Gussie Moran causó un alboroto en el mundo del tenis en 1949 al cortar su falda, que llegaba hasta la rodilla, para dejarla por encima del muslo y poder moverse mejor por la cancha. Los aficionados al tenis se estremecieron, las autoridades de Wimbledon entraron en pánico y Moran, apodada “La Hermosa Gussie”, fue acusada de llevar “la vulgaridad y el pecado al tenis”.
La cuestión es: las faldas cortas en el lugar de trabajo siempre han sido motivo de polémica, independientemente de la oficina o la edad de la persona que las lleva. Todo empezó con el tobillo en la época victoriana, y no se ha detenido. Para algunas personas, cualquier vistazo de pierna es un problema. No es más que otra dimensión de un problema que tiene sus raíces en prejuicios y temores ancestrales, en el que la visibilidad del cuerpo femenino es percibida como señal de advertencia y tentación.
Sin embargo, usarlas no es ilegal. “En general, todo lo que llegue hasta las partes íntimas puede mostrarse legalmente en público”, explicó Susan Scafidi del Fashion Law Institute de la Universidad de Fordham. Esto significa que oficialmente puedes llevar las faldas tan cortas como quieras casi en cualquier sitio, siempre que estés dispuesta a lidiar con los juicios de aquellos que te rodean, y con el hecho (véase Ally McBeal) de que las conversaciones podrían centrarse tanto en lo que llevas puesto como en lo que haces.
Esto puede beneficiarte o perjudicarte.
Por un lado, es molesto que tu ropa sea el centro de atención en lugar de tu esencia. Sobre todo si tenemos en cuenta la manera en que la moda se ha utilizado como herramienta para tachar a las mujeres de decorativas, en lugar de serias aspirantes a altos cargos. (En el caso de Gussie Moran, el escándalo de las faldas contribuyó a arruinar su carrera).
Por el otro, resulta molesto tener que negar tu género para demostrar tu valía. Para mí fue un gran avance que Michelle Obama usara vestidos de flores como Primera Dama, en lugar de trajes sastre formales con falda, como si quisiera enfrentar al mundo con el hecho de que se podía ser agente de cambio y mujer al mismo tiempo.
Una buena amiga que empezó su carrera como abogada gubernamental comentó que recordaba a una colega de sus primeros días en Washington que era conocida en la oficina por llevar “faldas demasiado cortas y cuero”.
“Nadie estaba seguro de qué pensar”, dijo mi amiga, “pero ella lo sabía, y eso era lo suyo”. Al final, las faldas cortas se convirtieron en lo que la distinguía y, dado que se negó a ceder a la presión social, en una señal de su fortaleza.
Éste también es el enfoque de Susan Greenfield, de 73 años, neurocientífica de Oxford, escritora y la primera mujer directora de la Royal Institution de Gran Bretaña, quien ha sido llamada “la científica más conocida de Gran Bretaña” gracias a su carrera y a su afición a usar minifaldas hasta bien entrada la madurez.
“Odio la ropa sosa”, declaró Greenfield a The London Times. “Y llevo faldas cortas porque mis piernas son muy delgadas, como las de Olivia” (la novia de Popeye). También porque divertirse con la ropa le ayudaba en su misión de divulgar la ciencia.
Tory Burch, de 58 años, cuya colección actual incluye un montón de faldas cortas diseñadas específicamente para “ayudar a las mujeres a sentirse chic, seguras de sí mismas y poderosas”, dijo que “todo gira en torno al equilibrio”.
“Si una falda es muy corta, me gusta usarla con un escote más alto”, dijo. Por ejemplo, un minivestido con un abrigo corto, o una falda corta con un blazer largo. En invierno, tal vez unas medias opacas.
A fin de cuentas, se trata de elegir lo que te haga sentir más segura de ti misma, no tanto de qué esté de moda, pues hoy en día puedes encontrar faldas cortas, largas y de todas las longitudes intermedias. (Diane von Furstenberg, de 77 años, afirmó: “Creo que el dobladillo debe juguetear con la rodilla, ya sea por encima o por debajo”).
Si que tus faldas sean demasiado cortas es una preocupación constante para ti, probablemente sí lo sean; no porque lo dicte alguna regla inmutable, sino porque dedicas mucha energía mental a pensar en lo que pensarán los demás. Si negarte a doblegarte a las viejas costumbres te hace sentir más poderosa —como exhibir el plumaje antes de la batalla, digamos—, estupendo. La elección es tuya. Y poder elegir siempre es bueno.
Respuestas a tus preguntas sobre estilo
Cada semana en Open Thread, Vanessa responderá a una pregunta de un lector relacionada con la moda, que puedes enviarle, en inglés, por correo electrónico o por Twitter en cualquier momento. Las preguntas se editan y condensan.
Vanessa Friedman es la directora de moda y crítica jefa de moda del Times desde 2014. Más de Vanessa Friedman