California tiene grandes ambiciones para los estudios étnicos. Para 2025, los bachilleratos del estado, alrededor de 1600, deberán impartir esta asignatura. Para 2030, los jóvenes no podrán graduarse de la secundaria sin cursar esa materia.
Para los responsables de generar políticas públicas, la meta es darles a los estudiantes de California, el 80 por ciento de los cuales no son blancos, la oportunidad de estudiar una amplia gama de culturas. Las investigaciones han demostrado que las clases de estudios étnicos pueden mejorar las notas y la asistencia de los adolescentes en riesgo de abandono escolar.
Pero incluso en un estado liberal como California, académicos, padres y educadores han estado en desacuerdo sobre cómo adaptar esta disciplina académica de nivel universitario a los estudiantes de secundaria, sobre todo por sus fuertes opiniones raciales y sobre el conflicto palestino-israelí.
Aunque el nombre “estudios étnicos” puede hacer pensar en una amplia exploración de cómo la etnia y la raza conforman la experiencia humana, la disciplina, tal como se enseña en las universidades, es más estrecha y más ideológica.
Los estudios étnicos se centran en cuatro grupos: afroestadounidenses, latinos, nativo estadounidenses y asiáticoestadounidenses. Su objetivo es criticar las diversas formas de opresión y animar a los estudiantes a pasar a la acción, a menudo estableciendo analogías entre distintas extensiones temporales y geográficas. La experiencia palestina de los desplazamientos es fundamental en este ejercicio y algunos académicos la han comparado con la experiencia de los nativos estadounidenses.
Al reformular los estudios étnicos para la enseñanza secundaria, California elaboró un plan de estudios modelo de 700 páginas que recaba gran parte del espíritu de izquierda y activista de la asignatura. Pero añadió las historias de otros grupos étnicos, incluidos los judíos estadounidenses, al tiempo que eliminó los debates sobre el conflicto palestino-israelí. Dijo que las lecciones debían incluir “múltiples perspectivas” sobre cuestiones políticas.
Ahora, algunos académicos y educadores destacados de los estudios étnicos afirman que el estado se doblegó ante las críticas políticas y censuró su campo. Promueven una visión opuesta, que denominan “estudios étnicos liberados”. Es más fiel a la manera en que se imparte la asignatura en las universidades, pero más delicada en lo político. Excluye en gran medida las historias de los grupos étnicos, incluidos los judíos, que suelen considerarse blancos en el contexto de la disciplina (los estudios árabe-estadounidenses se definen como parte de los estudios asiático-estadounidenses) y ofrece lecciones que son críticas con Israel y, según algunos, antisemitas.
Varios distritos escolares de California están trabajando con consultores de programas de estudios que están a favor de los estudios étnicos liberados, mientras que otros distritos se están inspirando en estos materiales para crear sus propias clases.
Estos enfoques contrapuestos han dado lugar a varias demandas judiciales y han suscitado un acalorado debate: ¿cómo deben millones de adolescentes californianos interactuar con estos conceptos explícitamente activistas en las aulas?
Las respuestas a esta pregunta pueden moldear la educación en todo el país. Estados como Oregón, Vermont y Minnesota planean introducir estudios étnicos desde los primeros niveles de educación en los próximos años.
Entonces, ¿qué son los estudios étnicos?
En el Centro de Aprendizaje Edward Roybal, una secundaria de Los Ángeles a la que asiste sobre todo la comunidad latina, los alumnos de estudios étnicos de Guadalupe Cardona se han interesado mucho este año por rastrear el cambio de los arquetipos femeninos en la cultura mexicana, desde la mitología azteca hasta las leyendas de los conquistadores españoles.
“La mayoría de mis alumnos nunca habían estudiado su propia historia”, afirmó Cardona, una de las líderes del movimiento de estudios étnicos liberados.
Los estudios étnicos surgieron del activismo estudiantil en las universidades del área de la bahía de San Francisco a finales de la década de 1960, cuando estudiantes negros, latinos, asiáticos y nativos estadounidenses se declararon en huelga para exigir que se prestara más atención a las historias y culturas de sus grupos.
Algunos activistas formaban parte del Frente de Liberación del Tercer Mundo, un grupo estudiantil que relacionaba la segregación racial y la discriminación en Estados Unidos con el colonialismo, el imperialismo y el militarismo en todo el mundo.
Para los primeros académicos y estudiantes de estudios étnicos, el activismo pro-Palestina también era fundamental, según Keith Feldman, director de estudios étnicos comparativos en la Universidad de California, Berkeley. Poco antes, Israel había capturado Gaza y Cisjordania tras derrotar a Egipto, Jordania y Siria en la guerra árabe-israelí de 1967.
Y algunos especialistas en estudios étnicos sostienen que la fundación de Israel en 1948, justo después del Holocausto, formaba parte del mismo modelo general de colonialismo de asentamiento que llevó a los europeos blancos a América y provocó el desplazamiento y genocidio de los nativos americanos.
Según Dylan Rodríguez, especialista en estudios étnicos de la Universidad de California en Riverside, estos marcos son “fundamentales para el abordaje de los estudios étnicos”.
Los estudios étnicos no son “un plan de estudios descriptivo que habla de las experiencias de diversos grupos étnicos y raciales”, explicó Rodríguez. “Esa es una forma anodina de multiculturalismo”.
En cambio, la disciplina “es un análisis crítico del funcionamiento del poder en las sociedades”, agregó.
Por estas razones, varios especialistas en estudios étnicos afirmaron en entrevistas que la causa palestina debería incluirse en las clases de secundaria. En su opinión, era importante solidarizarse con los estudiantes palestino-estadounidenses.
Para los críticos, el marco de los estudios étnicos —como la categorización de los judíos israelíes como colonizadores europeos— aplanan la experiencia judía de manera inexacta y, según algunos, antisemita.
Alrededor de la mitad de los judíos israelíes se identifican como ‘mizrají’, que significa que han vivido durante cientos o incluso miles de años en el Medio Oriente. Y algunos judíos han vivido siempre en la tierra que hoy es Israel, antes de 1948, entre una mayoría árabe palestina.
Existe una amplia gama de opiniones en la comunidad judía sobre si la crítica a Israel se desvía hacia el antisemitismo y en qué momento. Algunos creen que el límite aparece cuando se sugiere que Israel no tiene derecho a existir como Estado judío.
“No es apropiado enseñar a los estudiantes que los judíos son colonizadores y que se han dedicado, entre comillas, a ‘conquistar tierras’”, dijo James Pasch, director de litigios nacionales de la Liga Antidifamación, una organización judía. “El contenido de ese curso extenderá el antisemitismo por nuestras secundarias”.
Cuando se le preguntó a Rodríguez si los estudiantes de estudios étnicos debían encontrar una perspectiva opuesta sobre la fundación de Israel —como refugio de un pueblo oprimido con profundas raíces en la región— reconoció los lazos judíos con la tierra y dijo que no se oponía a asignar escritos de sionistas.
Pero rebatió la noción de equilibrio ideológico en el plan de estudios: “Crea falsas equivalencias”. A continuación preguntó si era necesario incluir el creacionismo en las clases de biología, o el negacionismo del cambio climático en las de ciencias medioambientales.
A la pregunta de si estaba comparando el sionismo con el creacionismo o el negacionismo del cambio climático, Rodríguez respondió: “Las analogías no son comparaciones. No estoy diciendo que sean lo mismo”.
“Un estudio riguroso de la creación de Israel”, agregó, “requiere aceptar con dolor ciertos hechos históricos. Yo establecería la analogía con aprender la historia de la esclavitud”.
Un plan de estudios reescrito
El primer borrador del modelo de plan de estudios estatal, redactado por académicos y educadores de estudios étnicos y publicado en 2019, reflejaba el compromiso de la disciplina con la causa palestina. El borrador rara vez mencionaba la historia judía y el antisemitismo, pero tocaba en varias ocasiones el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones para presionar a Israel.
Tras la feroz oposición de las organizaciones judías, el estado revisó el proyecto varias veces y publicó una versión final en 2021. Aunque todas las escuelas secundarias tendrán que impartir la materia de estudios étnicos, las lecciones del plan de estudios son opcionales. Los centros educativos pueden incorporar los estudios étnicos como asignatura independiente o añadir una perspectiva de estudios étnicos a asignaturas como historia o literatura.
Aun así, muchos colegios siguen el modelo de plan de estudios en busca de orientación. Mantiene la tendencia activista y de izquierda de la disciplina, pero es amplio y, posiblemente, difícil de manejar. Abarca la fuga blanca, los campos de concentración para japoneses en Estados Unidos, los trabajadores agrícolas de California y los prejuicios contra los árabes. Hay nuevos contenidos sobre grupos que se sintieron excluidos del primer borrador, como los sijs, los armenios y los judíos mizrají.
Al mismo tiempo, el estado eliminó el debate explícito sobre el conflicto palestino-israelí. Y en respuesta a la preocupación por los prejuicios contra los judíos e Israel, la ley de 2021 por la que se aprobó el plan de estudios incluía una “barrera de protección”, según la cual las clases “no deben reflejar ni promover, directa o indirectamente, ningún prejuicio, fanatismo o discriminación”.
Algunos defensores de los estudios étnicos han dicho que esa redacción amenaza la libertad académica.
“Las medidas de protección son un intento de equiparar las críticas a Israel con el antisemitismo”, afirmó Lara Kiswani, directora ejecutiva del Arab Resource and Organizing Center de San Francisco. “Estaba muy claro desde el principio de los ataques: se trataba de borrar a Palestina”.
Liz Sanders, vocera del Departamento de Educación de California, señaló que aunque los distritos escolares locales tienen control sobre sus planes de estudio, las directrices estatales son claras: el conflicto palestino-israelí es un tema de debate recomendado en los cursos de historia universal, pero no en los de estudios étnicos.
Dicho eso, Sanders reconoció que no existe ningún mecanismo para hacer cumplir las normas ni ninguna consecuencia por incumplirlas.